Si en los ’90 Aznar acuñó el “España va bien” al calor de un ciclo de crecimiento económico que se prolongaría por quince años, en 2007 Zapatero se ufanaba de que España había superado en renta per capita a Italia y establecía que el próximo objetivo sería alcanzar a Francia.

Un año más tarde se pinchó la burbuja inmobiliaria y entramos en un ciclo negativo del que parece que no hemos salido, a pesar del crecimiento económico de los últimos años.

Los datos son claros: la renta de los hogares españoles en 2023 todavía no había alcanzado los niveles de 2007 en términos reales.

¡Quince años y nuestro nivel de bienestar sigue siendo el mismo!

¿Y la productividad de nuestra economía? Ha retrocedido un 7,3% desde el año 2.000, al tiempo que nos alejamos en renta per capita de nuestros socios europeos.

Atrás parecen haber quedado los años en que España avanzaba y convergía con Europa.

En este artículo en www.barcelonapolitiko.com repaso algunos datos económicos que han aparecido recientemente y que ponen en evidencia que hay algo que no acaba de funcionar del todo bien.

No se trata de ser pesimistas, pero sí de poner fil a l’agulla para revertir la situación.

¡Buena lectura!

En los ’80 Alfonso Guerra proclamó que a España no la iba a reconocer ni la madre que la parió, y en efecto el país se transformó, mucho y para bien.

En los ’90, tras la crisis de 1993 y al calor de reformas económicas de corte más liberal, la economía española se internacionalizó y sus empresas salieron a hacer las Américas. Fueron años de un auténtico boom económico que alcanzó a todas las capas de la sociedad, que vivía en una sensación de euforia y abundancia, casi de fiesta permanente (si las bases de ese crecimiento fueron sanas o no, no es objeto de análisis ahora).

En estos momentos, por el contrario, ciertos datos parecen indicar que nos encontramos en una situación de estancamiento, donde a pesar del crecimiento económico de los últimos años, el bienestar de las personas – medido en términos de renta, es decir, de la capacidad para adquirir bienes y servicios – parece haber disminuido.

En El País del 21 de febrero pasado se indicaba que “La renta real de los hogares españoles se estanca desde la burbuja inmobiliaria”, según datos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

Tomando el año 2007 como base 100, la renta de los hogares españoles era en 2023 de 97,6. En Polonia, en cambio – el país que más creció – era de 165,9.

Cierto es que en dicho país y otros de Europa del Este partían de una situación peor, pero hay ejemplos de países más ricos que lo han hecho bien: Dinamarca (123,2) o Suecia (122,3) en Europa, o los Estados Unidos (126,2). Incluso Portugal ha avanzado (110,5), mientras que tan solo se han comportado peor que España, Italia (93,2) y Grecia (79,1), el país más golpeado por la crisis de 2007.

Entre los factores de dicho estancamiento se mencionan los de siempre: falta de innovación, bajo nivel tecnológico y de digitalización y la falta de un mercado de capital riesgo robusto para financiar a las empresas, que deben recurrir así al mercado bancario, más costoso.

Hay que tener en cuenta que, salvo el 2020 en que el PIB español se redujo un 11,2%, entre los años 2014 – 2019 y desde el 2021 hasta hoy, la economía española creció, pero en cambio pareciera que dicho crecimiento no se ha trasladado a los bolsillos de los españoles, que siguen teniendo la misma renta que cuando estalló la crisis inmobiliaria.

Es decir, no estamos ante una situación de crisis de crecimiento de la economía, sino tal vez ante algo peor: crecemos, pero no lo notamos. La economía en su conjunto es más grande, pero nuestra economía doméstica, no. La macro y la micro, que no siempre van en paralelo.

Cierto es que la crisis nos parece algo ya muy lejano – cuando subía el paro y se vaciaban los restaurantes – y el parón provocado por la pandemia, algo coyuntural. Pero creo que no yerro al decir que todos tenemos la sensación de que salimos de la crisis de 2007 peor de lo que entramos, y que ya no hemos vuelto a tener los mismos niveles de bienestar de entonces.

La cosa, por supuesto, va por barrios – como casi siempre – pero en general aquella alegría parece que no ha vuelto. Y no hablo de vivir por encima de nuestras posibilidades, sino de ir mejorando año tras año, de ver que el país avanza y que las personas que viven en él se benefician de ello.

Quince años y tenemos la misma renta. Los polacos son un 65% más ricos, los escandinavos más de lo que ya lo eran, y los del Este nos pisan los talones… España ¿va bien o va mal? Parece que no va. Rema y rema, pero no avanza.

Centrándonos en el 2023, el crecimiento de los salarios no parece que ayude a revertir la situación. Así, Expansión titulaba el 11 de febrero que “Los salarios españoles registran la menor subida de la eurozona en 2023”, con un promedio de un 4,1%, frente a más del 8% en el caso de Austria o una media de la eurozona del 5,4%.

Para más inri, en La Vanguardia del 9 de marzo encontramos que “La inflación fuerza a recurrir a más créditos, pluriempleo y horas extras”. Es decir, para mantener el consumo, muchas familias tiran de ingresos futuros (créditos) y de más horas dedicadas al trabajo, mientras la ministra Yolanda Díaz intenta imponer una reducción de la jornada laboral.

Y por el lado de la renta per capita, si en 2007 España tenía una renta por habitante que equivalía al 103% de la media de la UE, en 2022 era de tan solo el 85% y cuatro CCAA habían caído por debajo de la media, entre ellas, Catalunya. Tan solo Madrid, Euskadi y Navarra se encuentran por encima.

¿Y la productividad? Ha caído un 7% en el período 2000 – 2022, según datos del Observatorio de Productividad y Competitividad de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).

Italia también ha retrocedido, en su caso un 5,1%, pero en cambio Alemania ha avanzado un 11,8% y el Reino Unido un 8,8%. Estados Unidos, un 15,5%.

A todo esto, siguen llegando inmigrantes a España, en su mayoría para cubrir puesto de baja productividad y remuneración, pero este flujo tan solo demuestra que la cosa en sus países de origen está peor que aquí.

Entendámonos, en España en general se vive muy bien y el nivel de desarrollo es infinitamente superior al de hace algunas décadas, pero la curva ascendente se ha aplanado y ello es algo que debemos evitar que se prolongue en el tiempo.

Mucho esfuerzo se hizo en el pasado para mejorar la situación como para que ahora nos durmamos en los laureles y no sigamos por el camino del crecimiento, con equidad e inclusión, para lograr una sociedad cada día mejor y más próspera.

La principal responsabilidad recae en los políticos, pero también desde la sociedad civil – los empresarios, los sindicatos, el mundo académico – se deben aportar ideas, recursos y esfuerzos, en pos de este objetivo. Seguro que entre todos podemos remar en dicha dirección.