En menos de dos meses Milei ha logrado la proeza de reducir el déficit público desde un 5% del PIB hasta conseguir superávit financiero del estado en el mes de enero.
Lo que pensaba conseguir en un año lo ha hecho posible en menos de ocho semanas.
La magia consiste en suspender la obra pública, reducir los subsidios a ciertos servicios públicos como el transporte y bajar las transferencias del estado nacional a las provincias.
Política de déficit cero al canto del ya popular mantra de “no hay plata”.
El FMI aplaude las medidas, que cuentan con el apoyo de la administración Biden, mientras los argentinos sufren la inflación más alta del mundo – 254% anual en enero -, ven como la pobreza trepa hasta el 57,4% y poder hacer la compra en el supermercado es una proeza mucho mayor que la que exhibe el gobierno libertario en el manejo de la macroeconomía.
En el plano político, enfrentamiento con el Congreso y con los gobernadores de las provincias, mientras se recorta el derecho de manifestación para intentar mitigar los piquetes que desde hace años dificultan la libre circulación de los ciudadanos.
Argentina está de lleno en plena tormenta, con la promesa de que lo hacer para poder ver pronto la calma, aún a riesgo de verse engullida en ella.
En este artículo desgrano los primeros pasos de la administración Milei en los planos económico, de política interna y política exterior.
Buena lectura.
Apenas dos meses y medio lleva instalado Javier Milei en la Casa Rosada pero los cambios ya se han hecho notar, y de qué manera, tanto en las arcas del estado como en los bolsillos de los argentinos.
Si en nuestro último post https://barcelonapolitiko.com/2023/11/26/gano-milei/ hacíamos referencia al austericidio que significaría reducir un déficit público del 5% del PIB en apenas un año – tal era el objetivo inicial – la sorpresa es que tal proeza ¡se ha logrado ya en el primer mes completo de gestión!
El estado argentino tuvo superávit financiero durante el mes de enero de este año, fruto de un fuerte recorte del gasto público sustentado en la paralización de la obra pública, la retirada masiva de los subsidios a determinados servicios como el transporte público y la bajada de las transferencias de la Nación a las provincias.
Milei ofrece una sonrisa de oreja a oreja ante tal hito, que ha provocado el aumento de la inflación hasta el 254% interanual en enero – la más alta del mundo -, de la pobreza desde el 49,5% hasta el 57,4% según la Universidad Católica Argentina y una drástica caída de la actividad económica. De hecho, el FMI ha rebajado la previsión de crecimiento para Argentina en 2024 de un inicial 2,8% positivo a un – 2,8%.
En el plano económico, pues, hasta el momento el gobierno libertario muestra un equilibrio de las finanzas públicas con una política de déficit cero, una inflación en aumento, pero con visos de disminuir en los próximos meses, una política de recortes a determinados subsidios que según Milei distorsionaban la economía y sus precios relativos, y un fuerte aumento de las reservas internaciones del BCRA (Banco Central de la República Argentina).
Desde que llegó al poder la nueva administración, la base monetaria no ha aumentado, gracias al equilibrio de las finanzas públicas que hace innecesario financiar al Tesoro, pero sin embargo se ha emitido para comprar dólares y recomponer las maltrechas reservas del banco central. Una nueva proeza teniendo en cuenta el track record del gobierno anterior, que intentaba mantener el tipo de cambio a fuerza de desprenderse continuamente de dólares.
El gobierno de Milei, por el contrario, ha optado por devaluar fuertemente el peso, logrando que el tipo de cambio oficial y el paralelo se hayan prácticamente igualado, en vistas de una futura dolarización o competencia de monedas entre el billete estadounidense y la moneda local.
De momento, pues, lo que se ve es la tradicional receta del antiguo consenso de Washington, consistente en equilibrar la macro a costa de empeorar la micro. Habrá que ver cómo respira el ánimo social en los próximos meses, sobre todo en marzo y abril, cuando vendrá “el momento más duro” en palabras del propio presidente.
En el plano político es donde Milei parece estar teniendo más problemas.
Su emblemática ley ómnibus, que pretendía transformar no solo el sector público argentino sino toda la economía en su conjunto ha sido tumbada por un Congreso que no controla, y en el que no supo tejer alianzas que le permitieran aprobar su proyecto estrella.
A ello debe sumarse la rebelión de buena parte de los gobernadores – ninguno de ellos es de su propio partido – ante el fuerte recorte de los fondos que reciben del estado central y que les está provocando problemas para afrontar el pago de los sueldos de sus funcionarios. La provincia de La Rioja, para salir del paso, ha decidido emitir una cuasi moneda, que ya ha sido calificada de inconstitucional por el gobierno central.
Si bien Milei no ha tenido problemas en incorporar a innumerables figuras políticas de lo que él denomina la casta política – tanto de la derecha clásica como incluso del peronismo– no ha podido seducir a ciertos sectores del otrora Juntos por el Cambio (tanto del PRO como de la Unión Cívica Radical), o incluso a miembros de sus propias filas de La Libertad Avanza, que han optado por votar no al proyecto de reformas enviado al parlamento.
La respuesta oficial, en todos estos casos, suele ser el insulto o el escarnio público. Toda una muestra de finezza política para quien es el presidente con menos poder institucional de la historia argentina.
En el plano de la protesta social y la calidad democrática destaca el denominado protocolo antipiquetes, como se denominan las manifestaciones que de forma casi diaria se suceden en Argentina – en especial en la ciudad de Buenos Aires y su área metropolitana – que dificultan el tránsito y la vida de los ciudadanos hasta niveles difíciles de imaginar en Europa (una suerte de sucesión de chalecos amarillos casi diaria, para entendernos).
La receta libertaria, diseñada desde el Ministerio de Seguridad, es que los manifestantes no puedan ocupar la calle, sino que deban manifestarse por la acera. Tal cual. Todo un canto al derecho de manifestación que haría enrojecer a cualquier demócrata liberal europeo. La mayoría de los argentinos, no obstante, parece que lo apoyan, hartos de tantos años de piquetes que les dificultan llegar al trabajo o transitar tranquilamente en coche o transporte público por los intempestivos cortes de calle o de las autopistas de acceso a la capital porteña.
En el plano político internacional es donde Milei parece estar cosechando mayores logros.
Tras un realineamiento de la política exterior, que ha virado la mirada desde el Sur Global al Norte, destacan el rechazo de Argentina a ingresar a los BRICs – para no compartir escenario con países como China o Irán – y su acercamiento a los Estados Unidos en particular y Occidente en general.
La reciente visita de Milei a Israel es una clara muestra de ello, como así también la buena sintonía con el FMI y la administración Biden.
De hecho, en la última semana han estado en Buenos Aires tanto el secretario de Estado Antony Blinken, como la subdirectora gerente del FMI, Gita Gopinath, quienes han expresado su deseo de seguir trabajando con la nuestra administración argentina y prestarle el apoyo necesario para estabilizar la economía.
Y a este reposicionamiento debe sumarse la recomposición de las relaciones con el Papa Francisco – a quien Milei había agraviado fuertemente durante la campaña electoral – durante la reciente visita del mandatario argentino al Sumo Pontífice en el Vaticano, a quien ha invitado a visitar su país durante este año. Parece que el Papa ha aceptado las disculpas del libertario y mostró buena sintonía con él, buena muestra de fe cristiana, al fin y al cabo.
Si Milei quiere continuar navegando por las turbulentas aguas de la presidencia argentina, pronto debería marcar un gol, como ha dicho un economista argentino; es decir, ofrecer algún resultado positivo y tangible a los argentinos de a pie, para que estos vean que el esfuerzo al que los está sometiendo tiene o tendrá una traslación a sus vidas cotidianas y no quedará en meros números que lucir ante organismos internacionales, inversores o medios de comunicación.
Eso, y mejorar sus relaciones con el resto de las fuerzas políticas, para poder sacar adelante los proyectos que necesita para sostener su programa político y económico, y mantener la paz y equilibrio institucional en un país regido por una constitución liberal inspirada por su admirado Juan Bautista Alberdi, a quien suele citar de forma recurrente.
Seguiremos de cerca la evolución de Argentina en los próximos meses. Por suerte, desde la barrera.
¡Salud!